Una de las características más resaltantes en la vida laboral de las personas es la productividad. Esto porque las empresas fijan en muchos casos sus necesidades de contratación de personal privilegiando a aquellas personas que ya han demostrado ser altamente productivas como una de sus capacidades. Aquí te contamos sobre los cuatro principios más importantes que las personas más productivas comparten. ¡Toma nota para que repliques estas conductas!
Principio 1: Conoce al detalle tus propias habilidades
Para que tu productividad se eleve al límite, es totalmente necesario que conozcas al dedillo cuáles son tus habilidades y tus fortalezas. Esto es en principio lo que debes dedicarte a cultivar: en el perfeccionamiento de tu habilidad podrás hacer la diferencia.
Cuanto mayor sea la especialización de tu habilidad, mayor será la productividad que podrás lograr. En las empresas exitosas, se ocupan especialmente de desarrollar las habilidades latentes de los altos ejecutivos para que a su vez, estos den lo mejor de sí.
Otro detalle importante es que aún cuando un alto ejecutivo tenga varias habilidades, lo mejor es que desarrolle una sola y que se avoque a ella. Esto también evitará una posible dispersión en la productividad. Eso si, también es importante que antes de dedicarte a desarrollar tu habilidad, explores a tu alrededor qué aptitudes podrían ser más útiles. Este detalle podrá favorecerte al tiempo que favorece a tu empresa.
Por último, algo a tomar en consideración también es que no favorece para nada a una habilidad directiva el tener que ocuparse de los detalles operativos. Por esto es importante que este tipo de labores se puedan delegar a otras personas de confianza.
Principio 2: Lo que más cuenta son los resultados
No importa tanto la cantidad de horas que se le dedica a una labor determinada, sino los resultados que este trabajo puede dar. Es decir, que en vez de dedicar a una tarea horas extraordinarias (que es una situación que podría pasar en caso de emergencia o de alguna contingencia), lo mejor es enfocarse en los resultados.
El centrarse en los resultados en vez del tiempo que se pueda invertir, tendrá la ventaja de lograr resultados más eficientes en menor tiempo. Esto además aportará el valor agregado adicional de permitir más tiempo libre para sea su vida familiar o cualquiera que sea los intereses externos al trabajo que se posean.
De hecho, está demostrado que si en la organización de una empresa, en vez de apuntar a una mayor cantidad de horas trabajadas, se apunta a los resultados logrados, las personas reaccionan a esto aumentando su productividad y eficiencia.
Aunque puedan existir empleos que se centren en el cumplimiento de un horario, lo cierto es que muchos empleos se enfocan más en los resultados que se pueden obtener que en las horas que el trabajador gasta en la labor en sí. Y esto es otro principio básico de la alta efectividad.
Principio 3: Lo primero es pensar. Después leer o escribir
Es perfectamente normal que un ejecutivo tenga una gran volumen de lecturas que debe realizar. Y también cosas por escribir. Sin embargo, antes de acometer a cualquiera de estas tareas, que pueden resultar abrumadoras, es importante enfocarse en qué es lo que se necesita tanto de la lectura como de la escritura.
Esto significa que primero hay que hacer una especie de revisión mental de qué es exactamente lo que se necesita lograr con la lectura o la escritura. Organizarse mentalmente es fundamental para aumentar la productividad.
En el caso de la lectura, hay que determinar qué cosas son importantes para los objetivos que se tienen planteados. Es decir, de nada vale leer completo un tratado de economía internacional, si lo que se necesitan son datos específicos de alguna economía particular. El enfoque en este caso hará que se ahorre tiempo, a la vez que se consigue lo que se necesita.
En el caso de escribir, es posible que tengas una cantidad importante de correos electrónicos en tu bandeja de entrada cada día. Aunque es importante revisarlos todos, más importante es jerarquizar los que efectivamente debes leer. Después de eso, decidir cuáles debes contestar.
Si lo que hay que escribir es más complejo que un correo electrónico, entonces será necesario saber en principio qué es lo que se quiere decir, y a partir de ahí, desarrollar las ideas. Entonces, y sólo entonces, valdrá la pena ponerse a escribir.
Tener método para realizar las cosas es tener la mitad de la batalla ganada. Una adecuada organización mental hará que todos los procesos fluyan más rápido.
Principio 4: Siempre tener un plan, pero también hay que estar dispuesto a cambiarlo
Este principio puede resultar de gran utilidad en diferentes aspectos. Si bien siempre es imprescindible contar con un plan, sea lo que sea que se necesite emprender, también es bueno contar con la suficiente flexibilidad como para poder cambiarlo de acuerdo a las diferentes circunstancias.
Siendo un líder o un directivo de una empresa, es muy posible que haya que dar charlas o discursos a diferentes grupos. Este enfoque del plan es necesario para saber qué es lo que se quiere comunicar, pero sin embargo, no se podrá saber cómo reaccionará el público o qué pasará si la audiencia no se muestra del todo receptiva.
Precisamente allí habrá que echar mano de otra estrategia para lograr conectarse con su audiencia.
En el caso más rutinario del trabajo cotidiano, la planificación ciertamente juega un papel fundamental: es necesario prepararse para acometer cada tarea con un buen plan. En el día a día, es una buena idea tener una lista de tareas realizada en orden de prioridades. Sin embargo, es posible que diferentes circunstancias hagan que el orden de prioridades varíen y es necesario estar dispuesto a cambiarlo sin rigidez.
De hecho, puede pasar que se tengan una cierta cantidad de imprevistos que obliguen a revisar la agenda y redimensionar las tareas. De la flexibilidad que se posea dependerá también salir airoso de las situaciones sin que merme la productividad.
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